La silla de oficina es quizá, una de las piezas más importante del mobiliario.  No en vano, gran parte de la jornada laboral de un trabajador, si no toda, se desarrolla sentado. Este hecho, puede ocasionar lesiones posturales graves si el mobiliario que utilizamos, no se adapta a las necesidades físicas de cada usuario, y quizá por ello, sea en las sillas, en donde más se han centrado y adelantado los estudios de ergonomía.

Una silla ergonómica, permite la total adaptación a las necesidades del puesto del trabajo y a las características físicas del trabajador, lo que redundará en una mejora de la calidad del puesto de trabajo, una mayor productividad y sobre todo, una mejor salud laboral.

Elegir correctamente la mejor silla que se adapte a nuestras necesidades físicas y laborales no es cuestión baladí y ello, no se refiere únicamente a una cuestión estética y económica, sino que entran en valor otras de gran relevancia. Por ello, quizá el adjetivo que mejor define a una buena silla de oficina es su adaptabilidad conforme a nuestra estatura, envergadura y anatomía, que facilite la movilidad, el apoyo de las articulaciones y reste tensiones innecesarias que provoquen dolores derivados de una mala postura.

Partimos de la base que dentro de todos los modelos posibles referidos a sillas de oficina (operativas, confidente, etc), en este caso, nos referiremos a las del tipo operativo, las más habituales en una oficina como silla de trabajo. En este sentido, ¿qué cualidades debe tener una buena silla de oficina? A continuación te enumeramos las características más importantes para que te ayuden a elegir la silla idónea:

  • El asiento debe ser regulable en altura, que se pueda ajustar a la estatura de cada usuario, para que las piernas no queden colgando, y ello pueda ejercer una tensión perjudicial en la parte posterior de las rodillas. Por este mismo motivo, el asiento también debe ser regulable en profundidad y amplio, con bordes redondeados, que permitan una ligera holgura que favorezca la circulación. En este sentido, lo ideal es poder mantener una postura de 90 grados con respecto al cuerpo, siendo aconsejable complementarlo con un reposapiés de inclinación también regulable para la correcta postura de los pies.
  • El respaldo debe ser también regulable en altura y reclinable en diferentes grados. Ello permitirá que el usuario lo adapte a su morfología. La zona lumbar es la que más sufre tras largas jornadas de trabajo en la misma postura, por lo que un soporte lumbar, con un resalte regulable en altura y profundidad, que permita el apoyo total de esta zona favorecerá una correcta postura, con la espalda erguida, y una adecuada postura de brazos y piernas que evitarán posibles lesiones.
  • Es importante que las sillas operativas cuenten con reposabrazos, regulables en altura, anchura y profundidad que faciliten la eliminación de la tensión que pueda acumular la espalda y favorezcan también la circulación. De igual forma, deben permitir una postura cómoda y una correcta adaptabilidad con el escritorio de trabajo.
  • Los materiales de revestimiento o tapizado ya sean con acolchado o del tipo malla, deben ser transpirables, que eviten la excesiva sudoración que puede provocar frío o calor. Es aconsejable optar por tejidos de calidad, resistentes y de fácil limpieza, siendo esta una característica importante a la hora de su elección.
  • Por último, pero no por ello menos importante, es conveniente una buena base que permita la movilidad con puntos de apoyo que favorezcan una mayor estabilidad. En este sentido, son recomendables cinco puntos de apoyo que, en función de la movilidad necesaria del puesto laboral, pueden ser con ruedas, que permitan el desplazamiento sin esfuerzo y con una dureza acorde al tipo de suelo.

En GIO, tenemos gran variedad de modelos de sillas operativas, adaptables a las necesidades o funcionalidades de cada puesto de trabajo, pero sobre todo y porque nuestro mobiliario de oficina se centra en las personas, tenemos la silla adecuada, que se ajusta a cada usuario.