Se ha hablado mucho sobre el problema que puede suponer el síndrome del impostor en los equipos de trabajo de nuestras oficinas y hoy os queremos hacer llegar unas simples indicaciones para, en primer lugar ayudar a detectarlo y en segundo ayudar al trabajador a resolverlo y recuperar así la normalidad y el buen ambiente laboral.

El síndrome del impostor se produce sobre todo en trabajadores que acaban de ser ascendidos o que reciben de pronto una serie de responsabilidades que provoca en ellos una sensación de que no son adecuados para tal puesto o tal responsabilidad. Las personas que lo sufren, sienten que no son lo suficientemente buenos en su trabajo y temen que sus superiores y compañeros lo descubran, con el consecuente bochorno y con la idea de que quizá sean relevados de su puesto e incluso despedidos.

Los síntomas más habituales con los que se puede detectar el síndrome son los siguientes:

  1. El trabajador no acepta los elogios por su trabajo: es muy frecuente que cuando un compañero o un jefe elogie a un trabajador y este no acepte bien el elogio, crea que no lo merece o piense que podría haberlo hecho mejor, sea un síntoma del síndrome del impostor, ya que a los que sufren este problema les cuesta aceptar que está haciendo bien su trabajo y tienden a menospreciarlo, de tal forma que no se sienten merecedores de halagos.
  2. Dificultad para trabajar en equipo y delegar tareas: aquellos trabajadores que les cuesta apoyarse en el resto de compañeros o que prefieren realizar todas las tareas ellos mismos, son muy propensos a sufrir el síndrome, ya que al menospreciarse, sienten la necesidad de tener que ocuparse de todos los aspectos de su trabajo, aunque este sea grupal o tenga a gente a la que poder delegar. De esta forma, tratan de asegurarse de que todo se haga bien para que no «descubran su incapacidad», lo cual termina casi siempre por ser contraproducente y provocar, en efecto, el resultado de que el trabajo no se realiza todo lo correctamente que se debería, al encargarse una única persona.
  3. Envidia y necesidad de compararse: los trabajadores que sufren de este síndrome tienden a comprar su trabajo con otros compañeros, cuyo puesto sea igual o similar, y sienten envidia por los logros de aquellos, aunque estos sean inferiores a los suyos. Si un trabajador constantemente se compara con otros, o compara su trabajo con el de otro, es también un indicativo de que su inseguridad personal le obliga a buscar un referente con el que sentar las bases de la calidad de su trabajo.

Y ahora que sabemos cómo detectar el síndrome del impostor, ¿Cómo ayudamos a mitigarlo?

  1. Tenemos que hacer lo posible por animar al trabajador a que acepte los elogios y que valore el trabajo que está haciendo, informándole del beneficio para la empresa que supone su trabajo, lo conseguido con determinada tarea o proyecto y lo complicado que sería para la empresa si no realizase su tarea de la forma en la que lo hace. Si el trabajador es capaz de entender la necesidad y el valor de su trabajo, poco a poco logrará mejorar en gran manera su relación laboral con el resto de compañeros y mejorará aún más su función.
  2. Hay que facilitar al máximo la delegación de tareas y el trabajo en equipo, haciéndole entender que los recursos de la empresa están a su disposición para ayudarle, y que los éxitos y los fracasos son compartidos por todos. Sus compañeros y sus subordinados van a ayudarle a conseguir sus objetivos y no lo contrario. El resultado del trabajo en equipo siempre será más satisfactorio si se comparte, ya sea bueno o malo.
  3. Plantearse unos objetivos claros y concretos. Es muy importante definir objetivos, con la ayuda de su equipo y con la de sus superiores, que le ayuden a no depender de las comparaciones con el resto de trabajadores y a envidiar el trabajo que realizan estos. Si logramos que se enfoque claramente en sus tareas y en conseguir una meta, esa necesidad se desvanecerá con el tiempo, lo que mejorará mucho la relación con el resto de empleados.

Los trabajadores que acarrean este síndrome suelen alejarse del resto de la plantilla, tienen encontronazos con compañeros de su mismo puesto y menosprecian el trabajo de los demás al no delegar tareas. Esto provoca un malestar general en la oficina y, en muchas ocasiones, es causa de la bajada del rendimiento y la producción, por lo que identificarlo y atajarlo a tiempo es necesario para mantener un entorno laboral sano y productivo.

Más información sobre el síndrome del impostor en Wikipedia.